La frase

" Posiblemente los peores errores de nuestra vida, son los que no cometemos. "

miércoles, 6 de enero de 2016

EL JARDÍN PERFUMADO: De los hombres y de las mujeres dignos de elogio. (2)



Debes saber ¡oh, visir! ( que la bendición de Dios te acompañe) que los hombres y las mujeres son de diversas clases; que entre ellos los hay que son dignos de elogio, como los hay que merecen reproches.

Cuando un hombre vigoroso se encuentra cerca de una mujer, su miembro se infla, se pone rígido y duro; es lento para la eyaculación y, pasada la conmoción del supremo placer, esta pronto a la erección, otra y más veces. 
Un hombre así, es apreciado por las mujeres porque las mujeres no aman al hombre más que por el coito; es necesario, pues, que su miembro sea rico en dimensiones, que sea grueso para el goce; que el hombre sea dueño de su eyaculación y pronto a entrar en erección; que penetre hasta el fondo del canal de la mujer, llenándola completamente y adhiriéndose en todas sus partes. Tal hombre será bien amado de las mujeres, porque el poeta lo ha dicho:

"yo he visto a mujeres buscar en el adolescente -las cualidades deseables que distinguen al hombre ya hecho.- La belleza, la fortuna, la abnegación, la fuerza.- Un miembro de grandes dimensiones que permita un coito prolongado,- una grupa fuerte, una eyaculación retardada,- un pecho ligero que parezca nadar sobre el de ellas,-una emisión lenta a producirse, de modo que cada vez- el goce se prolongue indefinidamente; - que enseguida su miembro vuelva a estar recio - y que planee* así muchas veces sobre su vulva.- Tal es el hombre cuyo coito hace la felicidad de las mujeres- y que goza después de la estimación de las mismas"



EL JARDÍN PERFUMADO: Consideraciones generales sobre el coito. (1)

¡Loado se Dios, que ha puesto al mayor placer de los hombre en las partes naturales de la mujer y que ha hecho que el de las mujeres coincida en las partes naturales de los hombres!

  Dios no ha dado bienestar a las partes de las mujeres, no ha concedido a las mujeres satisfacción y dicha, sino cuando son penetradas por  los órganos del hombre; al igual las partes sexuales del hombre no tienen reposo ni tranquilidad sino cuando han entrado en las de la mujer.

  Cuando se ha verificado esta operación  mutua se producen entre los actores, choques, enlazamientos; una especie de animado combate. El goce no tarda en venir, a causa del contacto de las partes interiores de los vientres. El hombre trabaja con ardor y la mujer le secunda con movimientos lascivos y entonces, la eyaculación se produce.

¡Loado sea Dios, que con tanta sabiduría ha sabido disponer las cosas!

  Dios ha creado el beso sobre la boca, en las dos mejillas o en el cuello, para provocar la erección en el momento favorable. Ha sido El, con su sabiduría, quien ha embellecido el pecho de la mujer con sus senos, su cuello por el doble mentón y sus mejillas con rosas frescas y encendidas.
El le ha dado también ojos que inspiran el amor, con cejas que parecen dos cuchillas.
El le ha dado un vientre redondo y las curvas de las caderas que hacen resaltar su belleza. 
El le ha dado también una grupa majestuosa y todas estas maravillas, las ha colocado sobre las piernas que son arco de todas las lujurias. Entre ellas ha colocado Dios la arena del combate.

  Cuando la mujer es de carnes abundantes asemeja aquélla a la cabeza de león: se llama "Vulva" ¡Oh, qué cantidad innumerable de hombres han muerto a causa de ella! y, ¡oh, dolor, ¡cuántos héroes entre ellos!

  Dios ha hecho a este objeto una boca, una lengua y unos labios; una vulva perfecta, se asemeja a la huella del pie de la gacela en las arenas del desierto.

  Todo esto viene soportado por dos columnas maravillosas, testimonio del poder y de la prudencia de Dios; no son ellas ni muy largas ni muy cortas y El las ha ornado de muslos, de rodillas, de pantorrillas, que forman curvas indeciblemente graciosas.

  El Todopoderoso ha anegado después a las mujeres en un mar de esplendores, de voluptuosidades y de delicias; las ha cubierto de vestidos preciosos, con cinturones brillantes con pliegues turbadores y las ha dotado de excitantes sonrisas.

  Que sea, pues, exaltado y enaltecido El, que ha creado las mujeres y sus bellezas, con carnes apetitosas; El que las ha dotado de cabellos, de cintura, de garganta y de senos que se inflan y de gestos amorosos que excitan deseo.

  El señor del Universo les ha dado el imperio de la seducción de todos los hombres; débiles o fuertes. El les ha sometido a la servidumbre del amor de las mujeres. Por ella existe la sociedad o se dispersan las familias, por ella se permanece en un lugar o se sienten deseos de emigrar.

  El estado de humildad en que se mantienen los corazones y que están separados del objeto de su amor, les hace arder el pecho; hace pensar sobre la servidumbre, el desprecio y la miseria y les somete a todas las vicisitudes, consecuencias de su pasión; y todo esto a cauda del deseo ardiente de aproximación.

  Yo, servidor de Dios, le doy gracias porque nos haya hecho de suerte que ninguno pueda sustraerse al amor de las mujeres y que ninguno puede dejar de sentir el deseo de poseerlas ni por el cambio, ni por la fuga, no por la separación.